domingo, 17 de enero de 2010

TRICEREBRALES

PERSPECTIVAS DESDE UN MUNDO REAL
G. I. GURDJIEFF


PRIEURE, 17 DE ENERO, 1923


Todo animal trabaja de acuerdo con su constitución. Un animal trabaja más, otro menos, perotodos trabajan tanto como le es natural a cada uno. Nosotros también trabajamos; entre
nosotros, unos son más capaces para trabajar, otros menos. Quienquiera que trabaje como
buey es inútil y quienquiera que no trabaje es igualmente inútil. El valor del trabajo no reside en la cantidad sino en la calidad. Por desgracia, debo decir que no toda nuestra gente trabaja lo suficientemente bien en lo que respecta a calidad. Sin embargo, ojalá que el trabajo que han hecho hasta ahora les sirva como fuente de remordimiento. Si sirve como causa de remordimiento, será útil; si no, no sirve para nada.
Todo animal, como ya se ha dicho, trabaja de acuerdo con la clase de animal que es. Cierto
animal —digamos, un gusano— trabaja sólo mecánicamente; no se puede esperar más de él. No tiene otro cerebro que el mecánico. Otro animal trabaja y se mueve únicamente por el sentimiento; tal es la estructura de su cerebro. Un tercero percibe el movimiento, que es
llamado trabajo, sólo a través del intelecto y no se puede exigir nada más de él, ya que no
tiene otro cerebro; no puede esperarse nada más, puesto que la naturaleza lo creó con esta
clase de cerebro.
Así pues, la calidad del trabajo depende del cerebro que haya en él. Cuando consideramos las diferentes clases de animales, encontramos que hay animales unicerebrales, bicerebrales y tricerebrales. El hombre es un animal tricerebral. Pero a menudo sucede que aquel que tiene tres cerebros debe trabajar, digamos, cinco veces más que el que tiene dos cerebros. El
hombre ha sido creado de tal manera que se exige más trabajo de él de lo que puede producir según su constitución. No es culpa del hombre, sino culpa de la naturaleza. El trabajo tendrá valor sólo cuando un hombre dé hasta el límite de su posibilidad. Normalmente, en el trabajo del hombre se necesita la participación del sentimiento y del pensamiento. Si falta una de estas funciones, la calidad de su trabajo estará en el mismo nivel de quien trabaja con dos cerebros. Si un hombre quiere trabajar como hombre, debe aprender a trabajar como hombre.
Es fácil precisar esto —tan fácil como distinguir entre un animal y un hombre— y pronto
aprenderemos a verlo. Hasta entonces, tienen que confiar en mi palabra. Todo lo que necesitan es discernir con su mente.
Digo que hasta ahora ustedes no han estado trabajando como hombres; pero existe una posibilidad de aprender a trabajar como hombres. Trabajar como un hombre significa que un hombre siente lo que hace, y piensa por qué y para qué lo hace, cómo lo está haciendo ahora, cómo debería haberlo hecho ayer y cómo hoy, cómo tendría que hacerlo mañana y cómo en general es mejor hacerlo —y si hay una forma mejor.
Si un hombre trabaja correctamente logrará hacer su trabajo cada vez mejor. Pero cuando una criatura bicerebral trabaja, no hay diferencia alguna entre su trabajo de ayer, de hoy y de mañana.
Mientras estábamos trabajando, ni un solo hombre trabajó como hombre. Pero para el
Instituto es esencial trabajar de un modo diferente. Cada uno debe trabajar para sí mismo, ya que otros no pueden hacer nada por él. Si uno puede hacer, digamos, un cigarro como un
hombre, uno ya sabe cómo hacer una alfombra. Al hombre le es dado todo el aparato
necesario para hacer cualquier cosa. Todo hombre puede hacer cualquier cosa que otros
pueden hacer. Si uno puede, todos pueden. El genio, el talento, todo eso es un disparate. El
secreto es sencillo; hacer las cosas como un hombre. Quien puede pensar y hacer las cosas
como un hombre, puede, de inmediato, hacer igualmente bien una cosa como otro que la ha
estado haciendo durante toda su vida, pero no como un hombre. Lo que uno ha tenido que
aprender durante diez años, otro lo aprende en dos o tres días y, entonces, lo hace mejor que
aquel que pasó su vida haciéndolo. He conocido gente que, antes de aprender, trabajaron toda su vida pero no como hombres; pero, cuando aprendieron, fácilmente podían hacer tanto el trabajo más fino como el más burdo, trabajo que nunca antes habían visto siquiera. El secreto es pequeño y muy fácil: uno debe aprender a trabajar como un hombre. Y eso sucede cuando un hombre hace una cosa y, al mismo tiempo, piensa en lo que está haciendo y estudia cómo debiera hacerse y mientras lo hace, se olvida de todo; de su abuela, su abuelo y de su cena.
Al principio, es muy difícil. Les daré indicaciones teóricas de cómo trabajar, el resto
dependerá de cada individuo. Pero les advierto que les diré solamente tanto como pongan en práctica. Mientras más sea puesto en práctica, más les diré. Aun cuando la gente trabaje de este modo por sólo una hora, hablaré con ellos tanto como sea necesario, hasta veinticuatro horas, si es necesario. Pero aquellos que continúen trabajando como antes, ¡al diablo con ellos!
Como dije, la esencia del trabajo correcto de un hombre consiste en el trabajo al unísono de
los tres centros: motor, emocional e intelectual. Cuando los tres trabajan juntos y producen
una acción, esto es el trabajo de un hombre. Hay mil veces más valor aun en lustrar el piso
como debiera hacerse que en escribir veinticinco libros. Pero antes de empezar a trabajar con los tres centros y de concentrarlos en el trabajo, es necesario preparar cada centro por
separado, de manera que cada uno pueda concentrarse.
Es necesario entrenar el centro motor para que trabaje con los otros. Y uno tiene que recordar que cada centro consiste de tres partes.
Nuestro centro motor está más o menos adaptado.
El segundo centro, en lo referente a dificultades, es el centro intelectual y el más difícil es el emocional. Nosotros ya empezamos a lograr algo en las cosas pequeñas con nuestro centro motor. Pero ni el centro intelectual ni el emocional pueden concentrarse en modo alguno.
Lograr reunir los pensamientos en una dirección deseada no es lo que se quiere. Cuando lo
logramos, se trata de una concentración mecánica, la cual todos pueden tener, y no de la
concentración de un hombre. Es importante saber cómo no depender de las asociaciones y,
por tanto, empezaremos con el centro intelectual. Ejercitaremos el centro motor prosiguiendo con los mismos ejercicios que hemos hecho hasta ahora.
Antes de seguir adelante, sería útil aprender a pensar según un orden definido. Que cada uno tome un objeto. Que cada uno de ustedes se haga preguntas relacionadas con tal objeto y las responda de acuerdo con su conocimiento y con su material:

1) Su origen
2) La causa de su origen
3) Su historia
4) Sus cualidades y atributos
5) Objetos conectados y relacionados con él
6) Su uso y Aplicación
7) Sus resultados y efectos
8) Lo que el objeto explica y prueba
9) Su fin o su futuro
10) La opinión de usted y la causa y motivos de ésta.
Por lo general nuestros pensamientos son enteramente subjetivos y parciales, además de estar formados por una suerte de periferia de las cosas. En mi opinión luego de formularse las 9 preguntas acerca del objeto, recién allí uno puede realizar una pregunta propia, o punto de vista propio, es decir desde si, es por eso que vemos que allí en el punto 10 termina y nace una octava, de acuerdo a la naturaleza externa de las cosas. .